sábado, mayo 24, 2025

¿Es válida la literatura sin el factor de la emoción?

En ciertas tertulias sale a relucir de vez en cuando la cuestión de que, en narrativa y poesía, en arte, en definitiva, la racionalidad debe imperar. No habría, por tanto, mucho lugar para nuestra parte emocional, nuestra sensibilidad como capacidad empática de comprensión, conectando con otros seres, con otras emociones. Pero existen en el cerebro dos hemisferios, el derecho y el izquierdo, con una cierta diferenciación de funciones que en la actividad convergen, aunque puede admitirse el predominio de una sobre la otra. Hay, en nosotros, una parte racional y analítica, y otra más emocional, que permiten la observación y captación de aquello que va más allá de lo puramente figurativo y material.

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 Y esto es fundamental en narrativa, pero sobre todo en poesía. La narrativa debe tener elementos de conexión emocional con el lector para que este conecte con lo que se dice y se sienta reflejado. Después de cierto tiempo de haber leído una novela se recuerdan mucho mejor aquellos pasajes que incidieron sobre nuestra psique y mucho menos detalles configuradores. El escritor tiene que ser capaz de incluir emociones en el texto, para lo cual debe sentirlas; difícil será, de lo contrario, que logre acaparar la mente del lector.

En poesía predomina la emoción, en tanto instrumento de conocimiento, de indagación en el alma humana. Mediante metáforas, figuras retóricas, símbolos, rupturas – incluso -, de la ortodoxia gramatical, la poesía crea lenguaje, posibilitando ir más allá de la realidad figurativa y utilizar evocaciones, proyecciones, conexiones psíquicas y emocionales que incluyen el misterio que transmite la palabra, traspasando el consciente desde el inconsciente freudiano, allí donde se han ido acumulando nuestras experiencias, nuestras pasiones, nuestras lecturas, conversaciones, observaciones, etc. Todo aquello que constituye nuestra densidad emocional. Podrá escribirse narrativa o algo que se quiera llamar poesía, pero con un carácter frio, conceptual y técnico que genere inconexión con el lector. Esto ocurre mucho también en música. Se hace, a veces, música de laboratorio, experimentos, producción de sonidos, que son técnicamente interesantes, pero que marginando las pasiones humanas pierden el interés para el oyente. Visibilidad, el gran reto, es consciente aquello que se acaba de exponer y lo trabaja, lo fomenta y lo lleva a la didáctica. 

Andrés Pinar – Visibilidad el Gran Reto

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