Tradicionalmente, la comunidad médica ha vinculado la ateroesclerosis a niveles altos de colesterol, especialmente al LDL o denominado “colesterol malo”. Esta relación ha constituido la base para la formulación de directrices preventivas y para la prescripción de tratamientos farmacológicos. No obstante, un hallazgo reciente procedente del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) podría transformar la comprensión de esta enfermedad y la forma en que se aborda clínicamente. Los investigadores han identificado una molécula de origen bacteriano, generada en el intestino, que puede inducir aterosclerosis, incluso en ausencia de colesterol elevado.
Este hallazgo abre la puerta a una visión mucho más amplia de los factores que influyen en la salud cardiovascular. Y resalta la necesidad de una cobertura médico-sanitaria que incluya, de manera oportuna y eficiente, tecnología diagnóstica innovadora y tratamientos preventivos.
La importancia de los seguros de salud en una estrategia preventiva cardiovascular
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¿Qué es la aterosclerosis y por qué resulta crucial?
La aterosclerosis es una enfermedad muy frecuente. Constituye una afección inflamatoria crónica que compromete las arterias. Su rasgo distintivo es la formación de placas compuestas por lípidos, células inflamatorias y tejido fibroso en las paredes arteriales, restringiendo el flujo sanguíneo. Este estrechamiento progresivo puede culminar en infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca o enfermedad arterial crónica, entre otras patologías.
Hasta ahora, el colesterol LDL se había identificado como el agente primario sobre el que actuar. En consecuencia, las intervenciones se dirigían a disminuir sus concentraciones mediante modificación de hábitos, ejercicio y fármacos como las estatinas. Sin embargo, los recientes hallazgos del CNIC plantean que el colesterol elevado no es el único motor de esta enfermedad.
El descubrimiento del CNIC
La molécula descubierta por el CNIC se produce tras la degradación de ciertos aminoácidos por parte de bacterias intestinales.
El resultado se fundamenta en experimentos en modelos animales y análisis de muestras humanas, que documentaron la correlación entre concentraciones elevadas de la molécula en plasma y el incremento del riesgo de aterosclerosis, aun en individuos con cifras de colesterol normales o reducidas. Este hallazgo plantea que la microbiota intestinal podría incidir de forma más directa y activa en la patogénesis de la enfermedad cardiovascular de lo que se suponía anteriormente.
Un cambio de paradigma en la medicina cardiovascular
El estudio, publicado recientemente en la prestigiosa revista científica “Cell”, fortalece la hipótesis de que la inflamación, el metabolismo bacteriano y el sistema inmunológico desempeñan un papel interdependiente y determinante en el desarrollo de la aterosclerosis.
Asimismo, se formula una hipótesis novedosa: un perfil lipídico óptimo no garantiza la protección cardiovascular si el microbioma intestinal se halla alterado y favorece la síntesis de la molécula bacteriana descubierta por el CNIC.
Implicaciones clínicas y terapéuticas
Más allá del diagnóstico, este avance puede dar lugar a nuevas terapias que modulen el microbioma o que neutralicen la molécula, aportando herramientas adicionales a la prevención y el manejo del riesgo cardiovascular.
En lugar de limitarse a la disminución del colesterol, las estrategias terapéuticas podrán incluir también probióticos de acción precisa o compuestos que bloqueen la síntesis o los efectos de la molécula. Asimismo, sería factible elaborar regímenes dietéticos que reduzcan la disponibilidad de los sustratos que utilizan las bacterias para generar esta molécula.
El descubrimiento implica que ciertos casos de resistencia a las estatinas podrían explicarse por la activación de esta vía metabólica alternativa, independiente de los lípidos. Por tanto, conocer el perfil metabólico del individuo podría resultar determinante para personalizar las intervenciones y potenciar su efectividad.
¿Qué medidas preventivas adoptar a la luz de esta evidencia?
Los investigadores del CNIC subrayan en las conclusiones de su trabajo que un estilo de vida equilibrado sigue siendo necesario. Una alimentación abundante en fibra, restringida en grasas saturadas y azúcares refinados y ejercicio periódico no solo disminuye el colesterol, sino que contribuye a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal.
Además, en breve deberá surgir un arsenal de nuevos marcadores diagnósticos que cuantifiquen esta y otras moléculas derivadas del metabolismo bacteriano. En esa fase, las pólizas de salud que garanticen cobertura preventiva y análisis integrales seguramente adquirirán un espacio creciente en el mercado.
En suma, el hallazgo de la molécula bacteriana por el CNIC plantea importantes retos en la lucha contra la aterosclerosis. Este avance científico cuestiona el monopolio del colesterol como única causa de la enfermedad y abre la puerta a nuevos enfoques diagnósticos y terapéuticos, mucho más integrales.
En este horizonte, la prevención personalizada, el seguimiento continuo del estado intestinal y la integración de innovadoras tecnológicas médicas se erigen como aliados fundamentales.